El pavo real blanco by D. H. Lawrence

El pavo real blanco by D. H. Lawrence

autor:D. H. Lawrence [Lawrence, D. H.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1911-04-15T00:00:00+00:00


* * *

Leslie no volvió al día siguiente, ni el día después. El primer día vino Marie y nos dijo que se había ido a Yorkshire para ver las nuevas minas que habían excavado allí, y que era probable que se ausentara por una semana, más o menos. Estos viajes por trabajo al norte eran bastante frecuentes. La empresa, de la cual el señor Tempest era director y principal accionista, estaba abriendo importantes minas en el otro condado porque las del nuestro se estaban extinguiendo o dejando de ser productivas. Se propuso que Leslie residiera en Yorkshire una vez que se casara, para supervisar su funcionamiento. Al principio, rechazó la idea, pero luego comenzó a aprobarla de a poco.

Durante el tiempo que estuvo de viaje, Lettie estuvo melancólica y de mal humor. No mencionó a George ni al molino; de hecho, mantuvo su aire más arrogante y femenino.

Al cuarto día de ausencia de Leslie, por la tarde, estábamos en el jardín. Los árboles «emitían hojas alegres»[6]. Mi madre estaba en el medio del jardín, levantando los oscuros rostros de las aurículas para mirar sus aterciopelados labios o quitando delicadamente la maleza nueva de la tierra negra. Los zorzales trinaban y clamaban por todos lados. Las japónicas flameaban en la pared mientras la luz se volvía más espesa; las espiguillas de las blancas flores del cerezo se balanceaban ligeramente en la brisa.

—¿Qué puedo hacer, mamá? —dijo Lettie, mientras deambulaba por el jardín escogiendo camelias japónicas—. ¿Qué puedo hacer? No hay nada para hacer.

—Bueno, muchachita, ¿qué quieres hacer? Has estado todo el día con la cara larga; vete a ver a alguien.

—Es un largo camino a Eberwich.

—¿Lo es? Entonces ve a algún lugar más cercano.

Lettie estaba inquieta, con impaciente, malhumorada indecisión.

—No sé qué hacer —dijo ella—. Y siento que sería mejor no haber vivido nunca en días tan desperdiciados como este. Desearía que no estuviésemos enterrados en este pequeño agujero muerto, desearía estar cerca de la ciudad; es odioso tener que depender de dos o tres personas para tu… tu placer en la vida.

—No puedo hacer nada, querida… debes hacer algo por tu cuenta.

—¿Pero qué puedo hacer? No puedo hacer nada.

—Entonces me iría a dormir.

—Eso no lo haré… con el peso muerto de un día perdido sobre mí. Siento que podría hacer algo desesperado.

—Muy bien, entonces —dijo mamá—, hazlo y termina con esto.

—Ah, es inútil hablar contigo… no quiero… —Se dio vuelta y se fue hacia el durillo y comenzó a arrancar las bayas rojas. Supuse que desperdiciaría toda la tarde preocupándose. De repente noté que se quedaba quieta. Escuchaba el sonido de un automóvil que se acercaba hacia Nethermere por la colina a toda velocidad; un ligero y rápido martilleo. Yo también lo oí. Podía sentir las sacudidas del auto mientras bajaba por los baches de la colina. Podía ver el rastro de polvo entre los árboles. Lettie levantó la cabeza y escuchó expectante. El automóvil avanzaba por el borde de Nethermere, luego se oyó el chirrido de los frenos a medida que el auto desaceleraba, y se detuvo.



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